martes, 16 de marzo de 2010

Dime...

Escribo sobre el amor, por si pronto esta posibilidad desaparece. No porque mi concepto cambie o mi fe en él se desvanezca; sólo porque nada es tan difícil como intentar definirle y en estado activo, simplemente es imposible.

Quisiera poder apostar un poco por el motor de todos los tiempos y que extrañamente en nuestra época, nos negamos a aceptarle. Supongo que de nada encontraremos más material como de este tema; en la literatura, en el cine, en la televisión, en la música… en todo. Aún en nuestra complicada y devaluada sociedad, nada resulta más RENTABLE, que el amor.

Tal vez nos aterra tanto la imposibilidad de evadirlo, que emprendemos una ilógica guerra imposible de ganar.

Tal vez el punto de la RENTABILIDAD facilitó que se devaluara. De pronto creímos que amor incluía un símbolo de pesos y significaba un valor adquisitivo. El afecto se ha vuelto una obligación que se compra y se envuelve en lujosos papeles. El cariño es un valor transaccional y el amor es un día de una gran boda con unos cuantos meses de deseo. Ante este panorama, no culpo a todos aquellos que han desistido de vivirle, sin duda yo también lo haría...

Pero, ¡ALTO!. Apaga la televisión, la música, el internet, los periódicos, las revistas… detén todo, busca en el silencio interior y …

Dime cuándo fue la última vez que saltaste temprano de la cama, con alegría inexplicable, deseando ser mejor y nada parecía imposible.

Dime cuando sentiste impotencia y dolor profundo que te hizo verte insignificante ante la imposibilidad de evitar el daño o dolor a ese alguien, más fuerte que si fueras tú.

Dime cuándo la felicidad no necesitó razones y todo era perfecto.

Dime cuándo ningún riesgo era mayor que aquella decisión que nacía de adentro, sin aparentes razones.

Dime cuando todo el pasado tomó sentido de repente.

Dime cuándo el miedo fue vencido, pese a toda antigua decisión.

Dime cuándo fuiste todo y hacía falta para darte.

Dime cuándo tuviste fuerzas para trabajar largas horas sin que el cansancio te frenara.

Dime cuándo todo en tí y fuera, era perfecto sin haber cambiado nada.

Dime cuándo todos se reían de tu felicidad.

Dime cuándo no importaba ser todo lo que nunca creíste ser.

Dime cuándo el tiempo corrió a extrañas velocidades.

Dime cuándo tu silencio dijo tantas cosas.

…dime, dime, dime

Dime por qué es tan fácil aceptar un falso discurso de un amor comprado y temporal, cuando has vivido esa fuerza que no necesitó más que dejarla ser.

Dime por qué dudas de tí, si sabes que con él se puede todo.

Dime porqué tienes miedo a ser quien eres.

Sólo dime… y si crees que todo lo que se dice afuera, es verdad… Entonces dedicaré mis letras a desmentir a tantos que hablan sobre largos años de felicidad compartida. Entonces no volveré a sonreír cuando vea a dos que son felices sin razón, entonces dejaré de buscar lo inencontrable.

Sólo entonces haré desaparecer mis recuerdos infundados.