jueves, 25 de abril de 2013

¡No la chingues Pedro!

Y Pedro se puso triste… (Jn21:15-19). Yo no sé si fue su tristeza o la mía, pero me puso triste, preocupada,  reflexiva.. como queriendo retroceder el tiempo y poder hacer algo para no provocar su tristeza.

¿Pedro me amas? ¿Pedro me quieres? ¿Pedro entonces si me quieres?tres veces lo negaría, por eso tres veces quiso escuchar que si lo amaba. Pedro no sabía, pero él se adelantaba a la respuesta que llegaría.

Tal vez es que se sabe cuando se va a ser negado y por eso entonces que insistía. Cuando la respuesta es clara, entonces preguntamos como buscando otra respuesta, queriendo cambiar el futuro o negar el presente. 

Sea como sea el resultado es el mismo: "Tu te entristeces por la duda y la insistencia, yo continuo en mi pregunta porque no basta un si te quiero o un ya te dije".

Me había puesto triste  pensando en tu tristeza, me había culpado de la tristeza provocada por la insistencia y pensé “claro, que triste es que sintiendo tanto el otro no sea capaz de darse cuenta y necesite escucharlo” “claro, fue mi error, yo debía saberlo y escuchar más allá de las palabras” “claro, pobre Pedro víctima de un Jesús incapaz de percibir el amor de su amigo".

¡Claro! Todo parecía tan claro que hasta me incomodé por una comunidad atendiendo al Jesús insistente y olvidando la tristeza de Pedro… estaba a punto de escribir en su defensa, pero mis palabras se escribieron distintas al escuchar lo que mi cuerpo comenzó a sentir.

¿Quién ama más? ¿El que desespera ante la insistencia de la pregunta o el que aún sabiendo la respuesta, porque la vive y está percibiendo más allá de las palabras, aún sabiendo del  poco amor y de la negación que hay en cada acción y en cada “muestra” de afecto, sigue insistiendo deseando que el amor sea correspondido?

Es como si el deseo de amarle fuera más fuerte que la respuesta ya conocida. Era una insistencia sin dolor, pero con  un deseo profundo de escuchar esas palabras de su boca, sólo eso, un amor que sabiéndose no equilibrado, no cesa y permite que la experiencia dure lo que pueda durar. Un amor que acepta la finitud si es precisa y permite el error y arrepentimiento si este ayuda.

Entonces me pone triste tu tristeza, tu falta de coraje para vivir la realidad sin disfraces o cómodas respuestas evasoras.Tu incapacidad para mostrarlo y tu tristeza por nombrarlo.Es verdad, tal vez tampoco es ya tristeza la mía, ya no.

No estoy triste por Pedro, no acepto el descaro de su tristeza, su no querer estar realmente involucrado. Estoy más bien enojada con Pedro porque su amor no es tan grande como el de su amigo,  aún habiéndole dado las llaves, si se pudiera se las quitaba o mejor aún, nunca se las hubiera dado.

Y si siete veces le hubiera preguntado, lo menos que podría haber hecho era contestar las 7 de buen modo y procurar que cada vez la duda fuera menor por sus acciones, no que todavía se entristece. 

Ojalá su tristeza haya sido por reconocerse poca cosa, inmerecedor de tanto amor, pero aún en ese caso ¡qué cómoda postura! en lugar de hacer algo para cambiar la situación.


La tristeza me dice por lo menos un poco más, si este hubiera sido desgana o enojo, ahí si mejor luego platicamos… siempre hay casos peores. 

Sea como sea ¡No la chingues Pedro! 
Por poco y te la compro.