Se escribe porque es urgente,
porque necesitamos decirnos algo, no siempre al otro, no a los otros, quizás, solo es la mejor forma de escucharnos.
Acostumbrados a los críticos
literarios, aprendimos a valorar el ritmo, la métrica y esas cosas, entonces dudamos en publicarnos. Es que en la escuela no enseñan a sentir, ni
de lo imposible de escribir lo que los intestinos nombran y su inminente
necesidad de quedar ahí, como sutiles destellos detonantes de recuerdos.
Nosotros, que sentimos, escribimos
solo porque quizás esto que ahora vivimos, después pase y siempre es grato
recordar haber estado vivos.
Vivos porque reímos, porque
sufrimos, porque amamos, porque viajamos, porque en el día a día la vida crea
sus historias y mueve estos que hasta ese momento fuimos y anuncia la nueva
persona que está naciendo.
Trasformados por la vida, deseosos de quedarnos con todo, pero imposibilitados…escribimos.
Trasformados por la vida, deseosos de quedarnos con todo, pero imposibilitados…escribimos.
A veces encuentro almas que
logran entender mis laberintos, otros que con las mismas palabras crean mucho
más de lo que creí escribir. También hay veces que al releer, ya no se puede recordar aquello sentido, eso es fuerte; es darte cuenta que algo grande, ya pasó.
Como también es fuerte cuando lees y cada palabra, cada coma y cada punto,
detona emoción a emoción, un pasado que quieras o no, sigue presente.
Pero nunca falta ese o aquel que
con seriedad y apariencia de intelectual comenta; encuentro algunos errores en su
métrica, podría ser bueno si realiza algunos cambios o cosas así. Con ellos,
sonrío, admiro su conocimiento técnico y lamento su imposibilidad de sentir, no
por mí, no por la crítica a un simple relato de uno de mis momentos, pero sí, porque
sé que ellos andan así por la vida, queriendo vivirla perfecta y, lamento
decirle querido amigo, que esa perfecta no es vida y que usted, no entendió ese
documento.
En fin, esta vida es de momentos,
de emociones y confusiones. Algunas veces esto nos lleva a escribir, otras
veces es tan grande e incomprensible que sufrimos porque no logramos enunciarla,
si ¡esos momentos de silencio!
Ahí donde la pluma no escribe y todo es un misterio, esa, sí que es poesía.
No se confunda, lo demás, va, son
palabras dichas al viento.