martes, 30 de septiembre de 2014

De las históricas ganas, de hablar sin yo

Cada uno con sus deseos insistentes sin ceder a bienes sustitutos. 

Fieles a lo que por años han demandado, con sus peros y sus contras, pero fieles. Permanecen en sus modos y sus formas; anhelantes, deseosos de encontrarle, no encontrarse, encontrarle a “eso” que espera, en algún tiempo de cualquier espacio.

Fieles al recuerdo, al deseo, a la imposibilidad,al anonimato, a la irreverencia…vaya usted a saber a qué, pero sorprende una fidelidad tan antigua.

La demanda impaciente aparece y una voz exclama ¡Por fin! Siempre uno reconoce a quien rompe barreras, límites, represiones… y, sin más, ese deseo impetuoso de rasgar las ataduras propias, vuelve a existir.  

Hay demandas y protestas que saben a “usted no quiere negarse”.

No quisiera sacar conjeturas de palabras que aún no se han dicho, pero esa fuerza de realidad, que sea como sea,  cohabita, es bueno verle de frente.

Cuando las almas gritan y superan las barreras de la piel y más aún del intelecto, se quedan fuera los pronombres. No hay tú, no hay yo, nosotros,no hay nada, todo es… así, natural, esencial, libre, filosófico le llaman.

Entonces todo es acuerdo o mejor dicho, ya no importa el acuerdo, es lo de menos, todo queda fuera de esa dimensión donde  los deseos se funden igual que los pronombres y se descubren mutuamente con esas históricas ganas, de hablar sin yo. 

Nota: Algunas ideas del texto no son de la autoría de quien presenta, pero le pertenecen. 

domingo, 21 de septiembre de 2014

De berrinches y malos tratos…


No apruebo ni justifico berrinches, mucho menos malos tratos, salvo cuando sé que detrás de esa persona iracunda hay un corazón roto. Entonces no puedo culparle de nada.

La muerte en vida es esa y nada más difícil que tener que seguir viviendo.  Trabajar, salir a la escuela o del cuarto y tener que decir “buenos días”, todo, todo es una azaña, un impositivo mandato a nuestro cuerpo de aparentar vida aunque esté muriendo.

Toda tu energía está voluntariamente entregada a un ser que ya no existe, no contigo, no para ti. El fluir energético no tiene manera de volver, sólo fluye a una vía, viaja sin regreso y no hay forma de confirmar si alimenta a alguien, a ti no y a la otra persona, ya no tienes forma de conocer si le sirve de algo o si le interesa recibirlo. Es tal vez energía que se fuga del universo.

La muerte más sentida, más presente del dolor y tan ausente de mi vida ha sido esa. Somos amor, amor que sale y vuelve multiplicado, pero si este sale y no vuelve…te quedas vacía, no estás, te ausentas y sin tu presencia no puedes ser persona. Hay una guerra interna, el caos, el conflicto, todo ese dolor que no encuentra un amor que lo resista; se vuelve coraje, rencor, enojo, violencia, violencia que se vuelve contra ti y contra otros, contra todos, todos menos esa persona a la que irremediablemente amas y aunque quisieras odiarle, no puedes, aún no puedes.

Tu sabiduría organísmica no quiere y no permite odiarle, por el momento no y está bien, no te obligues a sonreír ni ser amable, no seas violent@ contigo, bastante sufres y pleiteas internamente. Si los demás hemos muerto alguna vez, podremos comprenderte, verte con ternura y abrazar tu corazón herido.  Los que no comprenden es porque no lo han vivido y no sé si lamentarme más por ellos que por ti, nada más afortunado en la vida que saber que hemos amado, aun cuando no sea ya correspondido.

Llora, enójate, deja que esa furia salga, que no se quede en ti, aunque parezca ahora imposible, va a pasar, terminará y el amor volverá a encontrar lugar adentro. Después podrás verle ya sin sufrir y sin darle tu energía, las cosas siempre vuelven a quien le corresponden, el amor busca quién lo alimente y donde no hay vía de regreso, tarde que temprano deja de quererse dar. Al universo no le gusta que se fugue su energía.

Sólo quería decir que a ese corazón sufriente, lo acompaño a distancia, dejándolo que se vuelva ogro, no me acerco porque no busco el conflicto, pero tampoco lo condeno, lo dejo estar, espero que pronto vuelva a sonreír, o no tan pronto, eso no importa, cada quien tiene su tiempo.

Lo sé, en teoría y en experiencia, pero hoy lo leí y quise compartirlo, creo que esos corazones que andan por ahí luchando contra el mundo, necesitan ser abrazados por lo menos desde lejos, dando tiempo, comprendiendo y no aceptando el pleito, ese no es nuestro, es un grito de dolor que si lo has vivido, podrás reconocerle.

No eres mala criatura, aunque quieras serlo, estás pleitando contra ti como diría el gran Shakespeare, yo te acompaño, aunque aparentes que quieres que todos se vayan. Yo me quedo, te comprendo.
¿Quieres la respuesta teórica de hoy?

2. Un clavo saca otro clavo (refranes con explicación científica)

Nada requiere más energía del organismo que una pena de amor. El despecho es emocional y físicamente doloroso; sin embargo, en la medida en que se movilicen neurotransmisores y hormonas que venzan o se sobrepongan a las que actúan con efecto depresivo, la ‘tusa’ va cediendo. Durante este proceso, el organismo busca equilibrar el disbalance por la caída de serotonina, las endorfinas y la dopamina, frente al aumento del cortisol y las hormonas del estrés. Este disbalance mejora a partir de las buenas relaciones, de los momentos alegres y de las buenas conversaciones y puede dispararse ante la presencia de otras personas que generen estímulos gratos, similares al del enamoramiento. La idealización del otro cae.

miércoles, 3 de septiembre de 2014

Mi amado miedo…

Si la vida me hubiera permitido planear mi lista antes de los 30… ¡pero qué estoy diciendo! la vida siempre permite y lo hacemos aunque no sepamos o no queramos darnos cuenta. Todos llegamos a este mundo sabiendo que creceremos.

Permítame cambiar el comienzo.

Había planeado mi vida puntualmente de los 25 a los 30, así un día escribí punto a punto lo que tendría que pasar para alcanzar mi éxito, pero en esas cosas que uno de cualquier forma termina haciendo. La vida profesional, la estabilidad económica, la preparación académica y todas esas patrañas que el mundo adulto, al que vas entrando, aplaude pero que de ciencia no tiene mucho.

La necesidad y exigencias sociales de cualquier manera me hubieran hecho llegar a donde he llegado, o podría haber renunciado y aceptar el rechazo y habladurías por no responder a las expectativas ¡Muero de miedo sólo de pensarlo! aunque un destello de sonrisa aparece al recordar haberlo intentado, obviamente, deserté.

Aunque fue mi lista quien me hizo llegar hasta aquí y aunque los objetivos están “casi” cumplidos,  son las mismas excepciones a mi lista donde se comprueba que al final, esas listas formales nada importan y son solo otra medalla más para colgar en la pared de tus ataduras.

Oh sí, mi pared de ataduras ha sido condecorada una y otra vez, no es raro ver desfilar a grandes figuras asintiendo indulgentemente cuan esclavizada he estado a mis casi 30 años.
   
Pero de la lista de cosas por hacer antes de los 30 de la que hablaba al principio, es esa de la que saboreas y hasta tú mismo te admiras de haberlo hecho, esa por la que sonríes orgulloso de ti, de tu espíritu insurrecto, de la chispa indomable que caminó en paralelo, pero te veía de lejos cuando el mundo aplaudía tus “logros y éxitos”.

A mis casi 30, repito la edad tal vez sólo para asegurarme de haberme dado cuenta del tiempo, ya ésta lista es de recuerdos, con muy poco espacio para escribir su final. ¡Qué miedo! es lo que pienso y siento. Interrumpo mi discurso porque me sorprende el miedo.

Qué fácil fue llegar a los 30 y al mismo tiempo tan sufrible que me aterra un poco un nuevo comienzo, más real, más libre, pero con menos personajes y también, en espera de los nuevos. Si hay nuevos o no, forma parte del misterio.

La vida ha sido buena conmigo, me ha dado locuras que sin programarlas, ese espíritu insurrecto me impulsó a vivirlas. Lo agradezco, es tan… uff, qué sería de mí sin todo eso. Qué vida tan plana y aburrida, que absurdamente arrepentida estaría escribiendo esto.

A mis 20, iniciando la década de mis recuerdos, como presagio de lo que sería este tiempo, dio comienzo la aventura. Aún con miedo, siempre justificado por algo “correcto” que me permitiera hacerlo, pero iniciamos.  

A vivir como se pueda, con risa, con llanto, con dolor, con sufrimiento, con certezas, con más miedo, con nostalgia, con fe, con amor, con miedo, sí, me doy cuenta que repito el miedo, pero podría entrelazarlo después de cada palabra, ahí estuvo, ahí está y es mi compañero, pero… sabe ud lo que disfruto verle a la cara y no detenerme por eso.

Con miedo anduve casi 30 años, por qué he de esperar perderlo.

Este miedo es mi constante y puedo admitirlo, es quizás hasta el mi impulso. Es mi gastritis, mi motor… mi incontrolable compañero. 

El miedo que salva la vida, si, LA VIDA, esa, la que sabe, la que no acepta aplausos ni seguridades. El miedo salva, por fin lo entiendo.

Llegaremos a los 30 con miedo, pero llegaremos, como llegamos a tantas cosas, como llegarán otras muchas.

Si lo veo así, ojalá que la vida me mate de miedo. Cada que ha estado es importante momento... es vida, es movimiento, es crecer, es caer, es levantarme y sacudirme el dolor para volver respirar ¡mi miedo! Tan mío y de nadie más, es entonces el que me define ¿Será que a cada personalidad la definirán sus miedos? No sé, solo lo escribo para luego.

Al miedo no le temo, le deseo, le busco y le saboreo. Le temo a detenerme, a lo tranquilo, lo seguro, lo cómodamente rutinario, lo aplaudido, si , todo eso con lo que inicié mi escrito, le temo a ese éxito que no es el mío, que no lo quiero.


Ud. Disculpe, aún tengo miedo, mucho miedo.