viernes, 17 de abril de 2015

Mueres de miedo y de miedo… me mueres

Mueres de miedo y de miedo me mueres, de a poco, de a mucho, de vaya a saber ud cuánto se pueda. Con la impotencia de ver la vida perderse, con el corazón en una mano y las alas en la otra.

Esta amorosa impotencia de ver sufrir y tener que ser testigo, meramente observante de la sangre derramada, de vidas aparentemente desperdiciadas. Aparentemente, porque al final la vida salva y todo lo perdido se gana, pero ¿cuánto más faltará? ¿De cuánto dolor he de ser testigo y protagonista antes que poner a descansar esta alma?


¿Las alas?  Si, las alas son suyas, hay que entregarlas ¿el corazón? Es el valiente, el doliente, pero ese se queda, ese espera y observa cuando se vaya. Así es esto, así toca en la vida, cuando se ama.

No hay armaduras pesadas, esa ninguno de los dos las carga, hay miedo, hay amor, hay dolor y no olvides llevar las alas.