Siento claramente caer dentro de
mi el calor constante de la bilis, jugos
gástricos o lo que sea, eso lo siento. Siento nauseas que mi experiencia me
dice que es mi gastritis en grado avanzado, siento mi cerebro trabajar todo el
tiempo intentando encontrar respuestas que no existen. Siento sueño porque poco
duermo. Siento el dolor interno de mi tuvo torácico. Siento ganas de llorar
todo el tiempo y que todo es en mi contra. Siento que la vida de repente se
nubla y me pierdo en la bruma…
Tengo
miedo de lo que no sé cómo termine superando.
Sé que se supera y eso ayuda, pero por ahora tengo dudas, muchas. Tengo
urgencia de dar la vuelta a la página y escribir nuevamente otras historias,
que igual pueden terminar y doler, pero quiero seguir escribiendo.
Tengo miedo de cansarme, de no
querer escribir, de postergar demasiado el tiempo para cambiar de página, tengo
miedo de mí, de mi miedo y sus efectos.
Siento esto, sé lo ya escrito,
pero desconozco lo que no siento. Ignoro el fondo de mi ardor gastrointestinal,
quiero ver el dolor de origen, pero le tengo miedo. Mis intestinos sintiendo,
mi corazón pensando y mi cerebro sin saber qué hacer.
¡Ya me había pasado esto! Pero es como si se
borrara, como si otra vez no hubiera respuestas y nunca lo hubiera vivido.
Quiero verlo, de frente, que duela y me rasgue el alma, no importa, ese es el
comienzo. Lo sé, sólo así pasa y vuelve a florecer mi alma.
Ya quiero que pase, ya quiero ver la nada y maravillarme porque
estoy sintiendo, pero aun no es el momento. Es tiempo de soportar lo que falte,
de aprender del dolor, de dejar llorar al cerebro.
Si, que llore el pensamiento. Ya le
encontraremos misión a los ojos, ya habrá tiempo para que ellos se maravillen
de otros paisajes y lloren también, pero de esos modos cuando la emoción es vida, asombro y agradecimiento.
Ya habrá otras historias, de esas donde el estómago digiere y deja volar
mariposas, donde el corazón siente y el cerebro dice “sí” eso es lo que pienso. Ese
momento llega, aunque ahorita se vea negro.
Lo mejor de la segunda muerte es
que ya sabes que no mueres. Sólo se siente, pero la vida sigue latiendo,
oculta al fondo de la confusión de las tripas y el corazón, pero está latiendo.
Disfrutemos este tiempo, este dolor del mundo, el mundo que me ha ofrecido todo
y yo soy la que lo pierdo, me pierdo. Que Dios bendiga el dolor que
siento, que él lo abrace, sí, solo así lo recuerdo y lo busco, solo así es como
vuelvo y siento.
Este es mi viaje de trenes quizás más austeros, pero tiene
tal vez más que mostrarme que a otros pasajeros.
Solo puedo bendecir esta rabia que
siento ¡la siento! no la acepto, no la busco, no la espero, pero la siento.
Estoy
tan enojada que hasta el cuerpo lo rechaza. Quiero vomitar mi enojo y frustración, quiero decirle al mundo que ¡no lo merezco! aunque seguro que lo merezco, solo no me he dado cuenta, solo no
he visto lo que tiene que dejar para que después lo aprecie y lo guarde como
otra noche oscura que me mostró el sumidero más profundo de mi alma, ese que no está en el
norte del país, sino en mis sentimientos ocultos, inexplorados e inexpertos.
No sé cuánto más duela, no sé si
continuo con remedios o busco ya doctores que adormezcan el sufrimiento, pero quiero dejarlo arder,
sentir por lo menos lo que siento, que no se tape, que no se oculte porque al
final de cuentas ¡siento!.
Siento lo perdido, busco lo
ganado y espero que todo pase y me haga crecer. Que me muestre el mundo del dolor que necesito
ver para entender al resto, un resto que no tiene lo que yo tengo.
Siento esto,
bienvenido, seguiremos buscando qué más siento y a quién compartirlo sin odiar
al resto, bien sabes quién es "el resto".
Que la felicidad de otros aliente la búsqueda que tengo, que no se limite ni se frustre, quiero que
esta felicidad se extienda, hay suficiente, sólo hay que dejar pasar el miedo.
¡Tengo miedo! ¡Tengo coraje! ¡Tengo
dolor! Y sé que muy en el fondo, todo es sentimiento.
Te de tila para mis nervios,
omeprazol para este ardor y amigos, amidos para el corazón, no tengo otro remedio.
P.D. Ud. Disculpe la redacción, a
un poeta hay que creerle cuando escriba en prosa y mala dice Becquer, porque es
cuando está sintiendo y yo SIENTO.