Aprendí que un chingo es mucho más de mis límites. Que la
vida nunca nos da lo que pedimos, pero siempre lo que buscamos. Aprendí que lo
simple puede ser aún más complejo. Que decir mucho puede ser poco y el silencio
guarda en él la grandeza del misterio. Que no se quiere más ni menos, sólo
diferente. Que la libertad es la cárcel de uno mismo. Que uno mismo bien puede
ser dos cuando se ama. Que los miedos nos limitan y la verdad nos hace libres.
Aprendí que…
No, no he aprendido.