viernes, 30 de julio de 2010

Excelentísimo Sr.

Le escribo estas líneas antes de su partida, sólo para decirle que usted me cae bien. Tal vez por su misterio o su timidez, por sus arrebatos o su paz, su calidez o sus noches ventosas, su fuerza o fragilidad, su pasado o su presente… nunca he logrado entenderlo, quizás sea esto último lo que me ata a usted y me hace desear pensarlo en sus último horas, antes de que se marche.

Sabe, adoro su incertidumbre calendarizada. Aunque para el resto signifique el caos o un incomodo andar; yo disfruto al respirarlo, al sentirlo y vivirlo. Admiro su firmeza para comenzar el cierre y hacer mirar hacia adelante, sin que haga falta nada de ayer, sin temer no ser.

Usted no es mi preferido, pero es tan mío. A usted nunca lo nombraba, he de admitirlo. Pasaba por alto todo lo que a mí ha aportado, todo lo que es, todo lo que esconde, todo lo que grita y nadie quiere escucharlo. Ud. guarda algo que aún desconozco, pero he de descubrirlo.

Por su nacimiento lento, su mitad controvertida y claro su final con punto que hace saber que no le falta nada y en nada no tengo cabida, pero soy tan suya que quería decirlo y que como usted, tuviera fuerza mi último capítulo. Aunque siendo usted, este es el inicio.

Es cuanto Sr, lo admiro.