miércoles, 30 de junio de 2010

¿Para qué?

Desde el primer día que cruzamos palabras, sucedieron cosas extrañas… desde ese entonces comenzaron los ¿para qué?.

Era irremediable cuestionarme todo y más sorprendente aún, encontrar extrañas respuestas o ni siquiera necesitarlas.

En aquel entonces conseguí pasarlos por alto, sumergida en tantas emociones, después no hice otra cosa que llamarlos a mi pensamiento para intentar entender TODO. Luego, TODO pareció tener respuesta y de pronto se quitaron los signos de interrogación. TODO sumó a mi vida. Entonces entendí tantas cosas y permití a la vida seguir su curso, dando gracias a Dios por TODO y no recriminando nada.

El tiempo transcurrió y suena ilógica aquella pasada cuestión en mi cabeza ¿para qué? Nuevamente no me queda claro, aunque ahora desde una posición muy distinta y sin apegos o sentidos de pertenencia. Es cómica la circunstancia, pero extraordinariamente sorprendente. Tanto que aunque no sea MI TEMA, creo que Dios tiene alguna respuesta que no logro escuchar y que para ser coincidencia es mucha, pero para Diosidencia es poca.

Sé que debe haber algo y no quisiera perderlo por mi ajetreada agenda , mi insensible estado o mi no enamorada interpretación. No se trata de ilusionarme o sentir cosas extrañas, sólo quiero conocer los mensajes del presente. Sólo sé que tengo que preguntarme ¿para qué?.

Es simplemente… DIOS, Dios de nuevo cruzando caminos, creando instantes y poniéndonos ahí…

¿Para qué? ja, si yo lo supiera… tal vez sólo para que podamos descubrir algo, tal vez sólo porque somos divertidos a sus ojos, o para que… sepamos que no somos notros quienes escribimos las cosas, que tiene una historia y hemos de descubrirla con el tiempo. Que apenas estamos a la mitad de las pistas y tontos seremos si no las reconocemos.

¿Para qué en ese preciso lugar? ¿Para qué regresar a la hora justa? ¿Para qué al terminar mi tiempo de hablar de ti? ¿Para qué tus reacciones? ¿Para qué mis preocupaciones? ¿Para qué tus enojos? ¿Para qué mis afectos? ¿Para qué tu compañía? ¿Para qué mi soledad? ¿Para qué mi ausencia de celos? ¿Para qué tú? ¿Para qué yo?...

No lo sé, ya no recordaba mis horas de duda. Aunque esta vez es distinto, no estoy ansiosa, no necesito conocer la respuesta para seguir adelante, todo lo contrario, me obligo a detenerme un poco, sólo por no pasar de largo, por encontrar los mensajes que Dios pudiera querer darme. Aunque caminado, aunque sin saber si es ÉL o soy yo la que pretendo encontrar señales en donde no las hay. Sólo procuro no estar dormida, sólo deseo que seas tú y que sea yo, sin necesitarnos, pero no restarte, no quedar a deber como en aquellos años, ni quedarme a deber a mí como también sucedió. No quisiera arrepentirme en el futuro y sentirme deudora. Sólo eso, de ahí mis ¿para qué´s? forzados, de ahí que necesite detenerme y sonreír, o decir ¡vaya Diosidencia! No sé para qué, pero si es voluntad de decirme algo, quisiera estar atenta.

Sólo eso.

De nuevo no quería molestarte, aunque lo hiciste, sólo que el momento, el lugar y las circunstancias; me hicieron creer que tenía que no dar la vuelta. Enfrentar la vida y sus accidentes, para vivir, sólo así se vive.

En mis intentos de respuesta a mis ¿para qué? No descarto la posibilidad del intercambio de lugares, si era mi lugar y era mi hora ¿no tendría que haber sido yo? No estarás aportando a mí aún sin saberlo. No lo sé. ¿Será que aún no te libera de tu penitencia?

Te agradezco y me disculpo. Tal vez hubiera preferido no fuera mi hora ni fuera mi lugar, pero yo no lo dispuse, ni siquiera lo imaginé.

Todo es un misterio, un misterio curioso, como ÉL tanto disfruta hacerlos. Si así fue, fue perfecto. Sólo me falta saber ¿para qué?

Ojalá tu tengas tus respuestas, yo sin duda iré encontrando las mías.
Todo siempre tiene sentido.