miércoles, 3 de septiembre de 2014

Mi amado miedo…

Si la vida me hubiera permitido planear mi lista antes de los 30… ¡pero qué estoy diciendo! la vida siempre permite y lo hacemos aunque no sepamos o no queramos darnos cuenta. Todos llegamos a este mundo sabiendo que creceremos.

Permítame cambiar el comienzo.

Había planeado mi vida puntualmente de los 25 a los 30, así un día escribí punto a punto lo que tendría que pasar para alcanzar mi éxito, pero en esas cosas que uno de cualquier forma termina haciendo. La vida profesional, la estabilidad económica, la preparación académica y todas esas patrañas que el mundo adulto, al que vas entrando, aplaude pero que de ciencia no tiene mucho.

La necesidad y exigencias sociales de cualquier manera me hubieran hecho llegar a donde he llegado, o podría haber renunciado y aceptar el rechazo y habladurías por no responder a las expectativas ¡Muero de miedo sólo de pensarlo! aunque un destello de sonrisa aparece al recordar haberlo intentado, obviamente, deserté.

Aunque fue mi lista quien me hizo llegar hasta aquí y aunque los objetivos están “casi” cumplidos,  son las mismas excepciones a mi lista donde se comprueba que al final, esas listas formales nada importan y son solo otra medalla más para colgar en la pared de tus ataduras.

Oh sí, mi pared de ataduras ha sido condecorada una y otra vez, no es raro ver desfilar a grandes figuras asintiendo indulgentemente cuan esclavizada he estado a mis casi 30 años.
   
Pero de la lista de cosas por hacer antes de los 30 de la que hablaba al principio, es esa de la que saboreas y hasta tú mismo te admiras de haberlo hecho, esa por la que sonríes orgulloso de ti, de tu espíritu insurrecto, de la chispa indomable que caminó en paralelo, pero te veía de lejos cuando el mundo aplaudía tus “logros y éxitos”.

A mis casi 30, repito la edad tal vez sólo para asegurarme de haberme dado cuenta del tiempo, ya ésta lista es de recuerdos, con muy poco espacio para escribir su final. ¡Qué miedo! es lo que pienso y siento. Interrumpo mi discurso porque me sorprende el miedo.

Qué fácil fue llegar a los 30 y al mismo tiempo tan sufrible que me aterra un poco un nuevo comienzo, más real, más libre, pero con menos personajes y también, en espera de los nuevos. Si hay nuevos o no, forma parte del misterio.

La vida ha sido buena conmigo, me ha dado locuras que sin programarlas, ese espíritu insurrecto me impulsó a vivirlas. Lo agradezco, es tan… uff, qué sería de mí sin todo eso. Qué vida tan plana y aburrida, que absurdamente arrepentida estaría escribiendo esto.

A mis 20, iniciando la década de mis recuerdos, como presagio de lo que sería este tiempo, dio comienzo la aventura. Aún con miedo, siempre justificado por algo “correcto” que me permitiera hacerlo, pero iniciamos.  

A vivir como se pueda, con risa, con llanto, con dolor, con sufrimiento, con certezas, con más miedo, con nostalgia, con fe, con amor, con miedo, sí, me doy cuenta que repito el miedo, pero podría entrelazarlo después de cada palabra, ahí estuvo, ahí está y es mi compañero, pero… sabe ud lo que disfruto verle a la cara y no detenerme por eso.

Con miedo anduve casi 30 años, por qué he de esperar perderlo.

Este miedo es mi constante y puedo admitirlo, es quizás hasta el mi impulso. Es mi gastritis, mi motor… mi incontrolable compañero. 

El miedo que salva la vida, si, LA VIDA, esa, la que sabe, la que no acepta aplausos ni seguridades. El miedo salva, por fin lo entiendo.

Llegaremos a los 30 con miedo, pero llegaremos, como llegamos a tantas cosas, como llegarán otras muchas.

Si lo veo así, ojalá que la vida me mate de miedo. Cada que ha estado es importante momento... es vida, es movimiento, es crecer, es caer, es levantarme y sacudirme el dolor para volver respirar ¡mi miedo! Tan mío y de nadie más, es entonces el que me define ¿Será que a cada personalidad la definirán sus miedos? No sé, solo lo escribo para luego.

Al miedo no le temo, le deseo, le busco y le saboreo. Le temo a detenerme, a lo tranquilo, lo seguro, lo cómodamente rutinario, lo aplaudido, si , todo eso con lo que inicié mi escrito, le temo a ese éxito que no es el mío, que no lo quiero.


Ud. Disculpe, aún tengo miedo, mucho miedo. 

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