lunes, 5 de septiembre de 2011

Sin unicornio, sin título…

No puedo escribir lo que quisiera, pero de poder hacerlo sería muy bueno. Sería profundo, sería tranquilo y estaría en calma. Tú calma, la misma que llenaría de impaciencia al lector, pero lo mantendría atento.
Podría leerse una sonrisa franca y segura de quien sabe  está concediendo un premio. Tendría implícita la casualidad provocada con un aire de dominio.
Si yo pudiera escribir esto, sería… inspirador. Aunque quien lo leyera lo tacharía de ilusorio, de guión para una de tantas comedias o canciones románticas, esas dónde al cruzar la calle ellos se encuentran e inicia la historia…
Pero no, no hay forma, no están presenten las congruencias gramaticales cuando lo casual e inesperado se impone a la planeación de un mundo de normas. Por eso hoy no escribo, las clases literarias no dictan casualidades, sólo hablan de normas, de reglas, de acentos, puntos y comas… hablan de todo, pero nunca hablarían de tí.

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