miércoles, 10 de junio de 2009

De la búsqueda del subyecto...1

Me pregunto si aún en nuestra época es posible encontrarle subyecto al mundo, si nuestros intentos por sentir y vivir sin prisas y en la mayor armonía no son simples idealismos que no pasan de un agradable discurso. No lo sé, lo busco y en mi búsqueda me confronto con la realidad.

A veces me siento simple soñadora, fruto de mi inexperiencia o inmadurez, aunque suene más fuerte la segunda palabra. En otras ocasiones me considero revolucionaria de una época donde la mayor guerra es contra la paz y el sentido de la vida. Muchas veces me olvido de mi guerra y de mi paz y no soy sino una más entre la gente; cumpliendo una jornada laboral, saliendo a correr para entrar en el prototipo de cuerpo sano, buscando temas que hagan respirar nuestra contaminada consciencia y no exijan demasiado tiempo, participación o cosas por el estilo.

Aunque… hay un momento, justo al final de la semana, que espero y ayuda a mantener más vivas mis interrogantes.

Si, no encuentro respuestas, tal vez ni siquiera las busco. Sólo me reconforta escuchar mi mente inquieta, viva y como diría Serrano; disfruto “la calma que me trae mi tempestad” de sentimientos y razones inconclusas. Ahí, en un grupo de alrededor de 20 personas _con asistencia variable_ es donde encuentro “COMUNIDAD”. Porque, pese a pasar 5 días de la semana, 8 horas diarias en la secretaría _donde desconozco el número de empleados, pero que seguramente es bastante amplio_ la interacción y consciencia de los otros no pasa de un “buenos días” y un “hasta luego”.

De ahí que las infinitas soledades del viernes no puedan ser, podríamos apostar por infinitas soledades de domingo a jueves tal vez, pero no los viernes.

Es un grupo de análisis de Cine. ¿Qué hago yo ahí, si a duras penas pude memorizar quién era Julia Roberts? ¿Qué hace que ese grupo de personas, de todas las edades y ocupaciones diversas, coincidamos la tarde-noche del viernes en un mismo lugar? En este tipo de situaciones es donde mi fe de encontrar el subyecto a este mundo se fortalece.

“Cuando entren al corazón de las personas, quítense los zapatos” Manifestó en su homilía el arzobispo de Xalapa en la misa de graduación de la maestría en psicoterapia. En la analogía con los tiempos de Jesús, donde se quitaban los zapatos para entrar más puramente a los hogares. De la misma forma; para entrar a la clase, lo primero que hacemos es quitarnos los zapatos. Tal vez signifique sentir directamente el lugar donde estamos, tal vez sólo cambiar un poco la rutina y romper “la regla” que tanto obstaculiza la libertad.

Tal vez muchas cosas, pero hay que entrar sin zapatos, sentarnos en el suelo, salir al pasto, sentir el viento, sembrar plantitas, tocar la tierra, aflorar sentimientos y revitalizar el alma. Una película es el pretexto, el elemento a analizar, pero los temas son tan variados como conjeturas pueda realizar la mente humana y más sin se encuentra en comunidad.

Hay quien participa más y quién se reserva sus comentarios, pero creo que difícilmente alguien sale sin SENTIR algo. Las películas llegan a provocar las lágrimas. A algunos aún nos falta aprender a sufrir desde el otro y somos meros espectadores o activos decodificadores, pero aún no damos el paso a apropiarnos del mundo y ser parte de sus amores y dolores. O tal vez en ese cúmulo de reacciones se fortalezca la riqueza del grupo. Sólo sé que así es de manera natural y no limitaremos su libertad

Es sorprendente como cambia el color de la vida con simplemente disminuir la velocidad, detenerte y observar. Sentir lo cotidiano, ser consciente del objetivo y disponernos a buscar el subyecto. Dar pié a la revolución, sin temer perder la paz de lo SEGURO. No se puede evitar sonreír. Lo más insignificante es importante y motivo de un sentimiento extraño y poco usual en estos días, que en algunas culturas lo denominan “RISA”.

Es difícil no cuestionarse sobre la posibilidad de mantener el mismo estado toda la semana. Una actitud de SI y no una cara de NO. Un cómo estás REAL y no rutinario, un involucramiento con el otro. Es difícil, el deseo es el mismo cada viernes que termina el curso; pero al llegar la siguiente clase, reconozco que no lo logré. Entonces no me queda más que apelar a la teoría de Erich Fromm, de que todo arte necesita de la práctica para dominarse.

Observo personajes felices, actitudes tan positivas que evidencian mi negatividad, mi regateada sonrisa y mi saludo mecánico. ¿Se logrará dar el cambio? ¿Se pude contra 24 años de individualización y egocentrismo? No será fácil. Pero con voluntad todo se aprende, he escuchado decir.

Me cuestiono sobre lo que esperan cada uno de los compañeros, qué espera una niña de 13 o qué espera el ex militar jubilado ¿Se cuestionaran y mantendrán una lucha como la mía? ¿Disfrutamos simplemente de un grupo armónico y acudimos como una práctica excéntrica de nuestros tiempos? ¿Será un simple experimento sociológico? Pueden ser mil cosas, pero lo mantendremos en duda hasta encontrar el resultado. Seguiremos entrando sin zapatos a sentir el pulso del nuestra época. Respirando vida y bendiciendo a la naturaleza.

Quizás sean prácticas fumadas _alguna persona me lo dijo_ pero no importa, disfrutaremos el viaje. Esta no es la crónica que espero, sigo partiendo de mis sentimientos, mis percepciones y mis aspiraciones. La narración en primera persona se asoma aunque no quiera. Pero lo que deseo es una mirada más incluyente, puntos de vista diversos y a veces ser simple narradora.

Pero no quiero enojarme con mi egoísmo, me concederé tiempo a favor de no desistir de la búsqueda. Iremos encontrando el subyecto del mundo y confío en que cada vez la consciencia de lo cotidiano despierte mi admiración y mi deseo por hacer público al otro.

A decir verdad, como diría Benedetti, mi estrategia es en cambio más simple y más profunda; realmente lo que espero, aunque me dé cierto temor reconocerlo, es encontrarme en lo externo, en el otro, en lo cotidiano, saberme ordinaria militante de la perfección que nos negamos a diario. Hablar del otro, pero reconocerme ahí.

No puedo hablar del otro sin saberme parte de él, pero vano resulta hablar de mí sin el otro.

Autorícese aquí el primer crédito, para la obtención del certificado existencia de un mundo con subyecto

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