miércoles, 2 de diciembre de 2009

Descubrir que envejecí…

No lo esperé, siempre lo vi tan a futuro que creí que cuando lo descubriera, sería tras años de intentar negarlo. Pero fue tan sorpresivo que detonó una emoción disfrutable.

Los pliegues al ras de la sonrisa y dos imágenes contrapuestas dieron la explicación a un estado de consciencia nuevo en mí. Saber que el tiempo siempre deja algo, por más que nos empeñemos en no vivirlo; fue contundente, alentador y nostálgico.

Unos cuantos años atrás, con prácticamente las mismas actividades que ahora _sólo distintos lugares y actores_ no tendrían por qué significar nada importante. Pero ver la inocencia de la primer fotografía, la seguridad fundada en la inconsciencia y una sonrisa que creía haber alcanzado la felicidad, trajeron a mí como en flashback lo vivido en este tiempo; cada caída, cada lágrima, cada tropiezo y claro, cada logro al levantarme o secar aquel llanto.

Vi con emoción el nuevo rostro. Menos alegre pero más feliz, menos inocente pero con mucha fe, menos seguridad pero más fuerza, más dureza pero con más paz.

Mi emoción creció, he envejecido!!

Cada tropiezo, cada lágrima, cada ilusión, cada momento, cada tristeza, cada alegría, cada día que viviera en mi reciente pasado; fueron labrando la que ahora vive, siente, piensa y busca, sobre todo eso, busca. Seguir buscando hasta llegar al objetivo, que aunque parece ser el mismo de antes, ha cambiado rotundamente.

Siempre añoré sentirme bien, estar contenta, tener lo que deseaba o se hiciera lo que yo quería. Hoy "sólo" deseo la felicidad, dónde esté. La vida me mostró que no fui acertada en mis convicciones, en mis seguridades y en mis emociones. Ahora que al fin permití a la vida marcar sus líneas, encuentro todo _o casi todo_ lo que en aquel entonces deseaba y no conseguía encontrar.

Vivir, es la labor más complicada, cuando nos empeñamos en ir contracorriente. Cuando giramos y dejamos fluir nuestra naturaleza; el camino se vuelve más largo, mucho más, parece que los atajos no los privilegia en nada, pero este camino se hace tan disfrutable, que no tengo tiempo para pensar en la meta, que sin duda desconozco, pero que por el paisaje me impaciento un poco, pues no puede ser menor a esto que ahora percibo y es tan... revitalizante.

Aquí estamos pues, tu y yo, las dos que fuimos o las dos que somos, sin discutir ni culparnos de nada, sólo aceptando con fuerza la que somos, sin prescindir de ninguna, sólo abrazando el pasado que dio su vida en nombre del presente.

Vivir, sólo vivir… fue lo que hicimos siempre, sólo que antes no me daba cuenta. Creía que todo dependía de mis decisiones, que mis errores eran irreparables y que este presente sería distinto. Había un guión que me empeñé en redactar, sin darme cuenta que las letras de la vida no perduran, que se mueven mientras vivimos o dormimos y que de cualquier forma, no hay manera de detenerlas.

Aunque estos párrafos tengan mi firma al final y al mundo pueda argumentar que estaba todo en mis planes, sé perfectamente que no fue así como lo escribí, que alguien se ocupó de corregirlos, pero que respetó perfectamente la idea, sólo ayudó a hacerla real y más interesante.

No sé si siempre pasará esto, si cuando mis arrugas sean más que dos o cuando mis fuerzas se vean mermadas, podré sentir esta emoción de haber vivido. Quizás sólo sea que envejecer a los 24 sea motivante.

No tengo certezas de nada, pero deseo vivir apegada al guión de mi editor, sé que de ser así, cada década sabrá distinto y será gratificante. Quiero encontrar como hasta ahora, las huellas de mi felicidad en mi piel. Quiero sentir la muerte rodar por mis mejillas para llevarme a encontrar la vida y recordarla con nostalgia, como todo lo que nos resulta valioso.

Quiero poderme ir como hasta ahora, quiero que el día que sea y en el lugar prescrito, pueda abandonar el mundo sin añorar nada, sin que me falten párrafos por vivir, sin haber alterado la obra del autor que sin duda, es perfecta.

Pues ya que soy esta y no la otra, pero no podría serlo sin la que fui, disfruto la felicidad de hoy, para inundar el pasado y ya no duela nada.

No sé cuánto tendré de tiempo para envejecer, mucho o poco, de cualquier forma, pretenderé que esto sea de la mejor manera. Aún hay mucho espacio en mi piel para escribir mi historia. sin duda, mi editor no ha terminado de crearme.

P.D. no me gastaré mis quincenas en cremas que disimulen mis pliegues en el rostro, por el contrario, espero que cada día sean más profundos y me recuerden que sigue habiendo sonrisas.

3 comentarios:

Fafahrd dijo...

Felicidades!!! :D

Insisto en el café que quiero compartir contigo, aderezado en charla...

Anónimo dijo...

Envejecer no es malo, lo malo es que a uno se le escape la vida inútilmente como la arena de playa entre los dedos. Pero si tenemos una vida plena el tiempo pasado jamás es tiempo perdido.
Me gusta la foto en la que sales con la cámara y en movimiento. Te da un aire dinámico.
Bella como siempre.
Un saludo.

Ramita Diferente... dijo...

Gracias, saludos a los dos