viernes, 13 de marzo de 2009

En la infinita soledad del viernes...Sentir hasta los huesos

Esta vez no añoro un pueblito con plaza iglesia y feligreses, o tal vez lo que quiero decir es que no sólo yo, hay miles de personas que aún añorando todo, se van no tras un sueño sino buscando la vida.


Solidaridad es ver por el que está lejano a mi realidad, hacer algo por los nuestros es sólo justicia, dijo David Fernández S.J. (ex rector del ITESO, premio Human Rights en el año 1996, actual rector de la Ibero Puebla…) Esta definición va contraria a quienes critican que se tenga que buscar lugares distantes, cuando se puede trabajar por los que están sufriendo a nuestro lado. Cambia duramente con nuestro sentimiento de seres solidarios y llama a un autoanálisis que invita a ser realmente una “comunidad solidaria”, ya que según Zubiri desde la representación de una humanidad cristianamente justa; antes que ser individuos somos especie.


Estas y otras reflexiones dieron sentido a mi pasado lunes 9 de marzo, volver al ITESO después de un día ordinariamente laboral, como el de muchos otros, ver que poco a poco llegan egresados, profesores y administrativos a ocupar los lugares del Arrupe. Ver esos perfiles que bien podrían ser etiquetados como “intelectual” en un super de cualquier entrevista, identificar grandes personalidades reconocidas y admiradas de antaño en todos los ámbitos, los de perfil religioso jesuítico o los docentes e investigadores que están allí. Saber que están esperando escuchar el mismo tema que en mí despierta inquietud… por ahora eso me hace feliz.


No cabe duda que el discernimiento, que personalmente logre de participar de estas actividades, será aun limitado, pobre y superficial comparado con todos ellos que tienen vivencias del mundo mucho más nutridas, lo sé y en eso pasé pensando durante el tiempo de espera para la conferencia, pero al mismo tiempo veo con gran ánimo el compartir con ellos, el saber que hay mucho por aprender y que quiero confiar en que el que con lobos anda a aullar se enseña, o dicho lo mismo pero con un término menos agresivo, el que a buen árbol se arrima, buena sombra le cobija. 

Transcurrió la conferencia amenamente, como quien regresa a su casa después de tiempo, como sin duda lo hace David Velazco, ese rector que añoró el ITESO y que a mi generación sólo le tocara escuchar como antes las cosas eran diferentes.


Hubo muchos temas interesantes que saltaron a mi mente, pero algo que dio como simple dato halagador, para mí fue significativo, el ITESO es la comunidad que a su parecer tiene mayores condiciones solidarias, dentro de la red jesuita de México. 

Encuentra en nuestra comunidad un deseo por lo menos de ser solidarios, aunque pueda ser por hippies wannabe. No importa, hay gente que sale beneficiada con ello y personalidades que encuentran un refugio para autoafirmarse, en trabajar para los demás. Ud disculpe, pero amo mi alma mater, creo que no puedo ser objetiva y a lo más que aspiro es a compartir mi pensar.


Después de esas primeras actividades del lunes, muchas otras de las cuales no puedo dar mayor testimonio, porque mi tiempo no me permitió participar de ellas, salvo el miércoles, justo el día de la solidaridad, cuando visitó el ITESO Flor Maria Rigonni, fraile y misionero empedernido con la causa de los migrantes, premio Nacional de Derechos Humanos 2006 y lo más importante: un hombre sabio (existen jaja). 

A las 8:30 una misa en la plaza de los 50 años, misa que me advirtieron, no me podía perder y que di por un hecho estaría presente. A las 11 daría su conferencia magistral, lamenté la hora porque no podría estar. Salí de trabajar, me fui a comer y después al ITESO, a esperar la misa tan anunciada, pero resultó que jamás vi que era a las 8:30 y no a las 20:30, lo lamenté un poco, pero siempre es grato respirar el ITESO por la noche, su viento frío, mi soledad y un buen café entre sus jardines. Además me topé con el cine al aire libre que proyectaba el documental “wet back” vi que era de las mismas actividades sobre los migrantes y me quedé.


En los jardines del ITESO, junto a un gran árbol y con el viento frio que calaba y ayudaba a sentir las penurias de quienes allí narraban su experiencia, que en nada se comparaban con el agradable clima frio del ITESO. Era impactante, si en mi hubieran lágrimas sé que habría derramado algunas, no puedes ser insensible ante la lucha por la supervivencia de los otros y que la misma psique humana disfraza de ilusión para hacerlo menos doloroso y mantener la fe. 

Ver niños arriesgando sus vidas alentados por sus padres y que no puedes juzgar, porque un padre preferirá el riesgo a la certeza de morir si se quedan donde están. Entonces piensas mil cosas, sientes muchas más, te das cuenta de lo inhumanos que nos hace la ignorancia de la realidad, del sufrimiento tan cerca de nosotros y al mismo tiempo tan ajeno, de como somos víctimas de los estados unidos, pero que como victimarios somos peores por mucho.


Son tres fronteras las que tiene que pasar, pero la más dura, la que más temen es México, dicen los migrantes del salvador, porque ahí roban y se refieren a esos seres sin escrúpulos y vividores que tenemos en nuestras organizaciones de supuesta seguridad. Te da pena lo que somos, no hay forma de defenderte o de ofenderte porque digan esas cosas sobre México, por el contrario, da pena y no ajena, que es lo peor. 

Yo he convivido con ellos (los indocumentados) y también los he visto inferiores. Su paso por Veracruz, muchos lo nombraron y entonces recordé que hará algunos meses llegó un indocumentado a pedirme ayuda para seguir, porque el tren le había amputado una pierna, ni le ayudé ni me dolió su situación, ni siquiera fue significativo. Te acostumbras a ver la realidad y no sufrirla.


Después, no pude evitar recordar mi cómico intento por vivir la experiencia del indocumentado. Quise conocer su realidad arribando al país norteamericano en vuelo directo, con visa y un permiso para estar 6 largos meses. Ni siquiera quise irme por aerolínea económica porque tendría que hacer conexión, me costó la vida lograr viajar con sólo una maleta cuando ellos termina muchas veces sin lo poco que traían puesto, me avergonzó mi temor ante el viaje, cuando ellos tienen una travesía tan larga y en condiciones que cualquier consideraría imposibles, muchas cosas, pero seguí viendo el documental.


Vas siguiendo su viaje, sabes que tu no hubieras llegado en esas condiciones más allá de un kilómetro, y ellos, ya en México, con heridas, sin dinero, con miedo, maltratados, humillados y con aún largo camino por recorrer, están sonrientes, su fe sigue viva y su ilusión ahí, su sueño americano presente; tener una casa, más de alguno lo nombró y te detienes a pensar ¿cómo aún sin tener comida, si tener la seguridad de su propia vida siguen visualizando un mañana, y mejor?. Entonces corre el viento y está frio, nos empezamos a mover y a intentar calmar la molestia del clima, regreso al lugar, veo a esa comunidad de una realidad muy distinta sintiendo el dolor ajeno, me avergüenzo de mi frío y es imposible no agradecer lo que vives.


He hecho ese recorrido, he convivido con esas realidades y cómo es posible que me venga a doler hasta que un documental lo muestra todo tan evidentemente. Entonces sé que falta mucho por crecer, por aprender a observar y a sentir, a dejar de jugar a los turistas y vagabundos, para aprender a ser parte del mundo.


Cuando viví por primera vez en otro país, Colombia, supe que había sido injusta con los extranjeros en mi país, porque no es fácil estar lejos de todo lo que es tuyo, por optimas que sean las condiciones. Por más que quieras la tierra nueva, no es la tuya y eso implica mil cosas que sólo cuando las vives las entiendes. Fui capaz de entender esa situación porque la viví en carne propia, pero no he sido capaz de reaccionar ante el dolor atroz de los migrantes centroamericanos.


Siempre ha habido un tinte humano obligado por las exigencias sociales de “soy buena y me preocupan” pero en realidad siempre me sentí superior. Creí que se me iba a secar el cerebro, le comenté a mi papá cuando volví de estados unidos; sentía que platicar con ellos era tan simple que no necesitaba activar mis temas tantas veces leídos, que triste, aún falta por entender tanta teoría, aún me falta sensibilidad al mundo. 

Trabajo por mi justicia, pero no soy solidaria, me duele sólo cuando me afecta, pero no me duele el mundo.


Me perdí la misa, pero necesitaba el documental, con la misa me hubiera sentido la “buena” y no habría conciencia de mi inocencia.

Mira mis manos, escribieron cosas en la infinita soledad del VIERNES 13 de marzo 09.


Ah! Casi olvido algo que me estremeció en la conferencia de David Velazco, comentó que después del problema Sandinista de Nicaragua, ante el cual México se solidarizó, vino el temblor del 85 y Nicaragua no tenía poco ni mucho para mandar, sólo se tenían ellos, pero quisieron corresponder y enviaron garrafones de sangre!!!! 

Había filas de personas esperando donar su sangre para los mexicanos que lo requerían ante los desastres del sismo… NO, hay muchas cosas que no logro sentir, pero otras que aunque no quiera hacen chiquito mi corazón. Creo que es ante todo esto, cuando ves a Dios, no hay otra explicación para tan grandes almas.

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