martes, 24 de marzo de 2009

Sobre Él





Juan Rulfo


Tú que vas allá arriba, Ignacio, dime si no oyes alguna señal de algo o si ves alguna luz en alguna parte.



Te has puesto a pensar ¿qué es el amor? Independientemente de tu respuesta, me atrevo a decir que durante toda tu vida has tenido que lidiar con él. Es irónico utilizar el término “LIDIAR”, pero es que la experiencia personal me había llevado a entenderlo como algo demasiado complicado; aunque claro, esto desde una mirada subjetiva del tema. Fue así hasta que después de leer distintos autores, aun sin hablarlo evidentemente, las historias se complican y afloran sufrimientos cuando entra a escena el amor.

Será pues de este “sentimiento”, entrecomillado porque aun no tengo la certeza de que eso sea, del que intentaré hablar. Pondré en común argumentos de Rulfo, Baricco, Camus... y más autores que me han permitido argumentar mis conjeturas. Cabe mencionar que no fui yo quien eligió el tema, fue el tema el que me eligió a mí, simplemente salta a mi vista en cualquier circunstancia o historia observada.

El amor pues, no es posible describirlo en un ensayo, pero de alguna manera, en las siguientes líneas intentaré dejar plasmadas mis hipótesis acerca de él. Quisiera no verme influenciada abiertamente de los argumentos de los autores consultados; pero en algunos de estos textos me he visto tan reflejada que pude sentir la escena de lo que contaba, como si fuera yo la protagonista. Intentaba no ser repetitiva, pero creo que la simpleza del “amor” lo hace tan indescriptible que aun al parafrasear y discutir los mismos temas, generación tras generación, no somos capaces de descifrarlo y sólo queda redundar.

Aunque es sabido que las cosas fáciles comúnmente las ignoramos o pasamos desapercibidas, sería tan relajante que al concluir este escrito; pudiera decir que el significado del amor era tan simple de encontrar como reflexionar un poco sobre él, y salir y escribir, ya no con palabras sino con acciones, la respuesta que tanto busqué. Sería tan tremendamente tranquilizante, pero tal vez entonces ya no tendría ninguna importancia. Por eso mejor hablaré de él, aunque duela, aunque genere tantas interrogantes, aunque sea imposible describirlo con palabras, aunque se inunde el alma de aquella “felicidad absurda” (de la que habla Augusto Roa)… hablaré.

La maravilla de la literatura es la interpretación de los símbolos, sin duda, es el toque que permite hacer viva una historia encajonada en unas cuantas hojas de papel. A veces como esta, hasta mal escritas.

Curiosamente, por llamarlo de laguna forma, porque sé que las curiosidades/ casualidades no existen (algún amigo las llama Diosidades) al iniciar la lectura de los aurotes que darían vida a este ensayo, con “no oyes ladrar a los perros” de Rulfo, me permití entrar en un mundo de significados no comúnmente explorados.



Qué tendrían que ver los perros o unos regaños de un padre a su hijo, con el “Amor”. Sin embargo, era clara la desesperación ante la impotencia que genera la ignorancia y la carencia de medios para dar la salud a un hijo. Ese “amor” fraterno tan grande, que mantiene viva una ilusión, que permite saltar todo obstáculo para darse en nombre de este sentimiento que por momentos llegamos a la conclusión de que es lo más hermoso del mundo. Pero cuando actuamos escondiéndolo y tratando de disimular su existencia, la confusión se hace presente; si es algo bueno ¿por qué nos avergonzamos y nos cuesta tanto decirlo? Lo normal sería, por lo menos, expresarlo como cuando decimos cualquier cosa; tengo frío, dame agua, buena noches… Sabines comentaba que al decir estas frases, trivialmente construidas, estamos hablando del amor; aunque en un código que solamente lo entiende el destinatario. Si así fuera, la incógnita sigue presente, ¿qué hace que ocultemos este sentimiento? ¿Porqué meter un amor que se desborda del corazón, en un regaño, enojo, mentira…? Si no es lo mismo que un beso y desgraciadamente desahoga al corazón y permite ocultar el verdadero sentimiento. Todo encadenado por esas razones sin más fundamentos que la estructura social en la que hemos crecido de analfabetos afectivos.

Ya lo demostraba Rulfo en cada regaño del padre a su hijo, donde parecía ordenarle que no se muriera. Así también me vi reflejada, enojada ante la imposibilidad de detener cualquier daño a un ser querido, como si mis regaños pudieran detener el resultado doloroso. ¿Por qué es tan dificil recomendar cuidados, pedir perdón, dar un cariño, decir te quiero o me duele tu sufrimiento? ¿Por qué es más fácil salir gritando que hagan lo que quieran, hacerte la fuerte y simular que no te afecta? Por qué, no sabría dar una respuesta, pero lo cierto es que el sufrimiento se multiplica al no demostrarlo y se siente mucho más, aunque para todos parezcas inmune.

Definitivamente el amor se siente, se vive y se comunica en códigos extraños de complicidad. No importa en que formato se produzca el amor: ya sea hacia un lugar, una cosa, una mascota, un familiar o cualquier persona que consiga inmiscuirse en los misterios del corazón. En cualquiera de sus presentaciones; se vuelve inexplicable además de viciosamente peligroso. Asociamos un ser amado a muchas más personas y objetos que lo rodean y todo se complica hasta poder confundir; la necesidad de estar cerca de aquella persona, con realizar actividades que hicimos cuando estuvimos juntos: ir a las mismas plazas, al estadio, a los mismos restaurantes, a mismos bares… o queremos conseguir todo lo que recuerde su presencia: una canción, un color, una película, una poesía... Como sin con todo aquello, algo de ese ser amado se hiciera presente en nosotros.

Pero por qué siempre esa tendencia a actuar en secreto, intentando interpretar y no solo escuchar y evitar tantas confusiones como ya lo nombraba Saramago y Baricco hablando de historias distintas “He aquí como se equivocan las personas interpretando miradas, sobretodo al principio” (Saramago, 2005, En línea). “Le estaba mirando, con ojos completamente mudos, a una distancia de siglos” (Baricco, 2003; pp. 67) ¡¿Porqué no hablamos y evitamos perder grandes amores?! Creo que es tan bello el amor, que apenas nos percatamos de las primeras señales de su presencia, nos consideramos indignos de él y huimos (aun sin desearlo) de la responsabilidad, por nadie exigida, de ser felices.

La vida enseña y tras algunas pérdidas, entendemos un poco y nos decidimos a darnos oportunidad de amar. Aunque irónicamente, muchas veces decididos por llenar nuestro corazón, terminamos sufriendo “Pero yo elegí esto con el corazón gozoso y ahora continúo con el corazón triste” (Camus,1949; pp. 237). Entonces somos conscientes de la imposibilidad de amar sin resultar afectados por el sufrimiento propio y el del ser amado, y lo peor; siendo los productores de muchos de los obstáculos causantes del mismo sufrimiento, sin darnos cuenta de ello.

Entonces nos creamos una falsa visión del amor, sin darnos cuenta que nuestra inexperiencia en los afectos, nos hacen cometer “delitos afectivos” (Macías Larios Luis M, 2009, en línea) que nublan el concepto del amor, pero que nada tienen que ver con él.

Producto de esta inmadurez afectiva; aparecen prejuicios y damos por ciertas suposiciones propias. Con lo anterior, alejamos cada vez más la posibilidad de estar junto a la persona amada. Y comienza el vicio de asociar el amor; a la ausencia, a la distancia, a estar añorando… “Morir de nostalgia por algo que no vivirás nunca” (Baricco, 2003; pp.102).

Luego todo se confunde y da paso al amor exigente, asfixiante ese que intenta controlar todo por la falsa visión de fragilidad del sentimiento del otro hacia nosotros. Y encontramos amores que intentan ejercer dominio psicológico, como si fuera este necesario para retener el amor de los hijos, del novio o de quien fuera “En una frase incomprensible y absurda, en algo que no podía ser otra cosa que un anuncio de senilidad” (Cortázar, 1959; pp. 225) Nuevamente preguntas ¿por qué desconfiamos tanto de ser merecedores del amor de los otros? ¿Será tal vez que el no saber amar, nos impide también permitirnos ser amados? Tanto dudamos de esto, que necesitamos “atar” un falso amor, por el miedo a perderlo. Entonces la incongruencia de Borges en, El jardín de los senderos que se bifurcan, con “El soldado herido y feliz” (Borges, S.D; pp.14) no es tan incongruente; en realidad estamos viviendo por elección, como soldados que necesitamos estar heridos para ser felices. El día que la felicidad se asoma a nuestras vidas, salimos temerosos sin saber cómo vivirla y preferimos la nostalgia por algo que no viviremos nunca, como lo hablaba Baricco, aunque este “nuca” sea elegido y no impuesto.


Es necesario hacer un alto, saber el juego que hemos iniciado. Decidir si es correcto lo que estamos haciendo y acorde a nuestras aspiraciones, o nos hemos dejado llevar por el más terrible miedo que pueda existir y el que más daño puede causarnos: “el miedo al amor” del que he hablado todo el texto anterior y del que sólo deseo poner el punto final, o es que es tan difícil dejar que una vez por lo menos “hable el corazón” (Camus, 1949; pp. 219) Lo contrario del amor es el miedo, mientras vivamos presos del miedo, no podemos alardear de conocer el amor.

No quiero seguir hablando del amor, es precisamente tantas palabras lo que han hecho tan complicado su simple y natural ejecución. El amor es complicado, complicado porque es muy simple y nos da miedo mostrarnos necesitados de algo tan sencillo.

El amor no es un sentimiento, el odio si lo es y es tan insignificante a su lado, que no es posible imaginarlos en la misma categoría. Dentro del amor existen, efectivamente, innumerables sentimientos. Pero además de estos, hay: acciones, actitudes, sacrificios, filosofías, temores, crecimiento, emociones, verdad…hay todo, y la respuesta más evidente por lo tanto seria, el amor es Dios y nuestra limitada capacidad humana nos imposibilita de entenderlo y lo mejor que podemos aspirar es a sentirlo y vivirlo desde la FE, nos desde la razón, ni desde la lógica, porque sin duda nunca lograremos saciar nuestra búsqueda. No tiene caso seguir escribiendo de Él y confundir todo con falsas descripciones, causadas por barreras puestas de manera personal, el amor está y punto. Es libertad de cada quien vivirlo o intentar inventarlo, amar no es una suerte; amar es una decisión que requiere de un acto de voluntad compartido.

“Tal vez sea que la vida a veces da tales vueltas que no queda ya absolutamente
nada que decir”
(Baricco, 2003; pp. 74)

Este texto se comenzó a escribir el 16 de febrero del 2005…



Referencias:
Albert Camus, Los justos, 1949, Francia, s/d
Alessandro Baricco, Seda (2003), Anagrama, Barcelona
Augusto roa bastos “El prisionero”
Juan Rulfo “No oyes ladrar los perros”
José Saramago, El cuento de la isla desconocida, En línea Febrero 2005.
Jorge Luis Borges “El jardín de los senderos que se bifurcan”, S.D.
Juan José Arreola “El Guardagujas”,S.D.
Julio Cortázar “Cartas de mamá”,S.D.
Luis Macias Larios “comentarios del facebook” en línea. 2009 ;)

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